Supervivencia y trascendencia.
El desarraigo, la desconexión con nuestro pasado, la desgana con el futuro, la pérdida de pertenencia cultural y el consumo masivo sin contexto nos han llevado a muchos a situaciones muy delicadas, extremas. Pero son situaciones que, en otras dimensiones y contextos, ya han vivido muchos humanos antes que nosotros.
Personalmente, pienso que siempre está bien escuchar detenidamente a quien ha pisado este camino antes y tener en cuenta qué rutas tomó. La sabiduría de los milenios que nos preceden siempre será superior a la que podamos alcanzar nosotros. Más aún, cuando somos tan jóvenes como los que escribimos y leemos este blog.
John Coltrane no tuvo una vida fácil. Entre finales de 1938 y mediados de 1939 (cuando tenía apenas 12 años) fallecieron su padre, sus abuelos maternos y un tío cercano. Su madre tuvo que sustentar sola a la familia mientras John empezaba su andadura en la música, aprendiendo saxofón en la orquesta de su instituto.

Entre 1955 y 1957 tuvo la oportunidad de trabajar junto con Miles Davis en el conocido como First Great Quintet. Sin embargo, debido a su adicción a la heroína y al alcohol, Miles acabó despidiéndolo personalmente del grupo. Este evento le llevó a recluirse en casa de su madre en Filadelfia para cortar de raíz su consumo, y allí experimentó su despertar espiritual.
Tras esto, Thelonious Monk lo invitó a tocar en su cuarteto, un momento clave en la transformación musical de Coltrane. Tiempo después volvió a trabajar con Davis y para entonces su estilo había cambiado: su paso por Monk le había dado un lenguaje más complejo, con improvisaciones que exploraban progresiones de acordes imposibles a velocidades vertiginosas. En palabras de Coltrane:
"Descubrí que había un cierto número de progresiones de acordes que tocar en un tiempo determinado, y a veces lo que tocaba no encajaba en corcheas, semicorcheas o tresillos. Tenía que poner las notas en grupos irregulares, como de cinco y de siete, para poder incluirlas todas."
Durante los últimos años de la década colaboró en los reconocidísimos Milestones (1958) y Kind of Blue (1959) de Miles Davis

Ya en los años 60, Coltrane vivió un florecer de su carrera tras firmar con Atlantic Records. En 1960 salió a la luz Giant Steps, proyecto con el que pavimentaría sus futuras exploraciones armónicas y que contiene algunas de las progresiones de acordes más complejas del jazz moderno.
En 1961 grabó su célebre My Favorite Things, su primer gran éxito como líder, y ese mismo año el sello Impulse! adquirió su contrato, lo que supuso también su reencuentro con el ingeniero Rudy Van Gelder, quien había grabado gran parte de sus trabajos junto a Miles Davis para Prestige y Blue Note.
En esta época formó el llamado Classic Quartet y, en los estudios de Van Gelder en Englewood Cliffs, grabarían en diciembre de 1964 lo que se considera su obra maestra: A Love Supreme.
A Love Supreme tiene sus raíces en la infancia de Coltrane: sus abuelos habían sido miembros activos de la Iglesia metodista, por lo que la religión siempre tuvo un peso importante en su vida. Desde 1948 Coltrane había luchado con una fuerte adicción al alcohol y, tras zambullirse en la escena del bebop de Filadelfia y Nueva York, sucumbió también a la heroína (droga ampliamente utilizada entre músicos y artistas en la época para sobrellevar las largas noches de trabajo y las presiones creativas).

Todo descarriló cuando, durante las giras con el quinteto de Miles, Coltrane era muchas veces incapaz de tocar debido a sus estados de intoxicación. Davis, que había superado recientemente su propia adicción a la heroína, decidió que lo mejor era apartarlo del grupo.
Coltrane regresó entonces a la casa de su madre en Filadelfia y decidió dejar el alcohol y la heroína de golpe. Se enfrentó en esos días a un infierno psicológico y físico: el síndrome de abstinencia de la heroína ya es durísimo por sí mismo (dolores extremos, temblores, sudores, fiebres, alucinaciones, etc.), pero combinado con el del alcohol puede ser letal.
En ese trance, Coltrane vivió lo que describió como una visión de lo divino:
“Una experiencia espiritual que me llevó a una vida más rica y productiva. Por medio de la gracia de Dios, una vida de fe fue restaurada a mí.”

A partir de ese momento hizo de su música una herramienta espiritual y de trascendencia.
En 1964 grabó junto con su cuarteto y el ingeniero Rudy Van Gelder A Love Supreme. El proceso creativo fue profundamente íntimo: Coltrane lo concibió como una suite en cuatro movimientos (Acknowledgement, Resolution, Pursuance y Psalm), escrita casi como una oración musical e inspirada en gran medida por el gospel. Durante la grabación dejó espacio para que McCoy Tyner, Jimmy Garrison y Elvin Jones pudieran dialogar con su visión. La sesión, realizada en la noche del 9 de diciembre de 1964 en el mítico Van Gelder Studio de Nueva Jersey, capturó una energía arrolladora, un auténtico espíritu de comunión entre los músicos.

En cuanto a su significado espiritual, A Love Supreme puede verse como un faro en medio de la pérdida de rumbo, del vacío interior. Coltrane había pasado por la oscuridad de la adicción y, al sobrevivir, transformó su experiencia en música que no habla sólo de él, sino de todos nosotros.
En lugar de hundirse, convirtió su fragilidad en plegaria, su dolor en gratitud, su búsqueda en comunión. Cada pasaje de la suite refleja un momento de ese viaje interior: el despertar, el reconocimiento de una fuerza superior (Acknowledgement), la decisión firme de seguir adelante, de comprometerse con una disciplina (Resolution), la búsqueda incansable de lo elevado, de la trascendencia (Pursuance) y, finalmente, la oración, el agradecimiento (Psalm). Así, la obra no es únicamente un álbum de jazz: es la muestra de una sabiduría ancestral que nos recuerda que, incluso en los momentos más extremos, siempre existe la posibilidad de volver a conectarnos con lo trascendente y de hallar un sentido mayor a la vida.
Más allá de lo musical, A Love Supreme es la muestra del despertar espiritual que Coltrane había experimentado en 1957: un testimonio de redención, fe y trascendencia. Su impacto ha ido más allá del jazz, convirtiéndose en un referente universal de la espiritualidad expresada a través del arte.
Os dejo aquí el poema de Psalm escrito por Coltrane y que conforma la composición de la propia canción. Lo puso en su atril y, mientras leía el poema, tocó cada palabra.

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